Devolvámosle el alma a la toga

Ángela María Perdomo Carvajal

En tiempos modernos, Macondo se preparaba para recibir a quienes un día juraron cumplir bien y fielmente la labor de enaltecer los valores superiores de la justicia y del bien común. También se esperaba la llegada de los estudiantes que aspiran ejercer la responsabilidad que trae consigo la práctica del derecho y un liderazgo racional al portar la toga. Sería un encuentro y la oportunidad para buscar las mejores formas de llegar a esos nobles ideales, pues se reflexionaría sobre cómo proteger de forma real y efectiva los derechos humanos que tanto se habían conculcado en éste encantador lugar.

El espacio impactaba por su evocación al realismo mágico descrito por Gabriel García Márquez en sus obras. Estaba rodeado por el mar, adornado por casas de fachadas y balcones pintorescos, atiborrados de helechos, begonias y orquídeas que, con su aroma, lograban reconfortar el alma humana. Armonizaba el paisaje los sonidos de las aves y un repertorio musical ecléctico dada la diversidad y multiculturalidad de los propios y visitantes quienes airosos recorrían las calles o simplemente contemplaban desde sus sillas momposinas las dinámicas del tiempo y del olvido.

El mundo se estaba sobreponiendo de una crisis sanitaria y un prolongado confinamiento, ese que había generado el insomnio y exacerbado la dependencia tecnológica, así como también, la idea de reemplazar lo hasta ahora existente en el sistema de justicia por la inteligencia artificial, de la cual se piensa nos podría librar de la “torpeza” al no poseer esas emociones y pasiones que le son tan propios a los seres humanos.

Fue así como se reunieron presencial y virtualmente alrededor de cinco mil abogados y estudiantes, en un gran esfuerzo por afianzar la investigación y la reflexión que pudiera conducir al mejoramiento de la administración de justicia. Con la fe puesta en la educación como uno de los principales objetivos, ya que la misma permite el pleno ejercicio de los derechos humanos, en la medida en que asegura acceso a la justicia, el desarrollo de la persona y de sus capacidades.

Los participantes fueron recibidos al evento con las notas de la oda a la alegría, escrita por el poeta del romanticismo Friedrich Von Schiller (1759-1805), composición que expresa la libertad y la hermandad en sus acordes. Desfilaron por las calles de tan mágico lugar aguardando deseosos un cálido encuentro fraterno en torno a esos valores superiores que se erigen como guía de la acción para una convivencia pacífica entre los habitantes de Macondo.

Por más de doscientos años la República de Macondo pese a su gran riqueza natural había padecido la violencia; una impresionante acumulación de disfunciones en todas sus instituciones fundamentales, una confusión y deformación de roles a varios niveles, que había dejado impunidad y otras fallas en el sistema de justicia. Una deficiente distribución de la tierra, analfabetismo, individualismo o egocentrismo de las gentes, etnocentrismo de las clases dirigentes y otras condiciones de igual o menor entidad ya crónicas por la corrupción, que habían dejado con ello un halo de tristeza y el llanto amargo de una soledad que se reflejaba en el rostro cansado de Justino, un mulato herrero que se encontraba bajo el cobijo y sombra de un almendro, resguardándose del candente sol de esa mañana y que observaba desde las afueras del centro de convenciones el desfile de tan engalanados abogados y estudiantes soñadores.

Paradójicamente y concomitante al aumento del conflicto se habían venido titulando cada vez más abogados, sobre los que los macondianos expresaban descontento, poco respeto y desconfianza en su gestión, siendo objeto de burlas de cara al desprestigio que habían ganado algunas universidades al faltar a sus compromisos con la ética, burlando los sueños de sus estudiantes, sus proyectos de vida, el de sus familias y de la sociedad.

Era así como la tristeza prolongada en éstas heroicas tierras había generado en Justino un sentimiento de desesperanza y desconfianza en las instituciones sostenidas débilmente por gente sin vocación de servicio a su nación. Sentía que era más viable llegar a la justicia por propia mano que a través de los canales de los procesos judiciales, pues había vivido en carne propia la impunidad; corría por su sangre la historia de sus ancestros, africanos en cadena, que con las fibras de su ser habían vertido su alma al poner piedra por piedra y formar las grandes murallas que habían resguardado a Macondo de la piratería.

Con sus ojos opacos y su semblante desgastado por su trabajo de sol a sol, Justino le preguntó a una joven mujer que se sentó a su lado mientras llegaba la hora que daba inicio a tan esperado evento. –<< ¿Qué se celebraría en ese centro de convenciones?>>-, ella le permitió a Justino ver su alma y con alegría en su rostro le respondió -<<Se celebrará un congreso sobre la justicia y la búsqueda de las mejores formas para hacerla real y efectiva>>. -; Ante la respuesta, el hombre, le dijo en tono de desconfianza: <<la justicia así no suele llegar hasta la gente como yo y créalo paloma mensajera, somos muchos, – ¿usted que hace?>>-, le increpó, ella le respondió que era una estudiante del derecho y le había correspondido realizar la tarea para ese instante precisamente como mensajera. Casualmente portaba un largo vestido blanco, con unas mangas que se asemejaban a unas alas y se movían gracias al viento que nutría el oleaje de la grande y majestuosa brisa del mar.

En una de las fachadas de las coloridas casas, en medio de un azul cobalto, de un amarillo y un naranja como el de las florecidas margaritas, se leía una frase que se le atribuye a la pintora mexicana Frida Khalo, <<para que quiero pies si tengo alas para volar>>, Justino la observó de forma prevenida, respiró larga y profundamente por un buen rato, mientras la brisa adornaba aquel saludable silencio. Al cabo de un tiempo el mulato logró deponer sus armas, aquellas que le habían dejado esos cientos de años de soledad, de sentimientos contrariados, con los ojos iluminados por su alma y el sol chispeante de la tarde le transmitido a la joven estudiante un mensaje acerca de sus sueños de justicia -<<ve paloma a recordarles a los gestores del derecho la importancia de devolverle el alma a la toga, sin alma, cualquier esfuerzo será banalizado, serán solo poses y continuaremos viviendo en la desesperanza del olvido, pues cómo podrá auxiliarnos un abogado sin alma, sin vocación de servicio a la comunidad, sin que tenga presente que su profesión deberá promover con convicción la prosperidad general, sin eso la formalidad en los procedimientos no nos llevará a garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes que se han pactado en Macondo y que lejos su gente ha visto su realización>>. Finalizó diciendo <<éstos más de doscientos años de historia me llevan a pensar que tal vez no sea posible, que no hay luz de esperanza, quienes lo han intentado hoy no están con nosotros, pero en nombre de ellos y de quienes han sufrido la injusticia, lleve por favor éste mensaje, para restaurar en algo sus derechos, sus sueños y anhelos de paz y de libertad>>, la abrazó y la motivó a volar con aquellas alas del alma. La mujer logró llegar a aquel lugar del encuentro y pudo identificar en cercana agonía algunas togas con alma, que con humildad evitaban cualquier tipo de protagonismo de cara también al cansancio por su arduo trabajo, a esas almas les transmitió el mensaje de aquel noble mulato para que desde la solidaridad humana persistieran en sus esfuerzos para que en Macondo se cumpliera ese sueño de vivir en paz y armonía.

El encuentro fraterno que finalmente se dio entre las togas con alma generó la motivación para fortalecer el ideario de legitimación del estado de Macondo, por medio de las decisiones judiciales, para generar un impacto positivo en la función pública de administrar justicia a nivel global.

La metáfora del Macondo de Gabo nos invita a reflexionar como abogados a hacer parte de una nación con posibilidades inmensas de vivir en paz y alegría, de valores que no se deben seguir subestimando, que quiere hondamente una positiva interpretación democrática, un pueblo que, a pesar de todo, aún cree, ama y espera. Espera nuevas actitudes de las clases responsables para alcanzar una auténtica concreción constructiva. Espera que a las promociones jóvenes no las ciegue el odio ni las enturbie el fanatismo, ni las entenebrezca el sectarismo. Un pueblo que espera, no con un gesto impetratorio, sino con pleno derecho, ese que lleva intrínseco la espiritualidad, pues es la persona humana uno de sus principales fundamentos, para así concretar la justicia y poder tener un buen vivir, esto es, condiciones de dignidad para desarrollar en franca libertad un proyecto de vida que se torne en trascendente.

Las universidades gradúan cada vez más abogados, pero tal parece que su crecimiento exponencial en cuanto a número de abogados no se ve reflejado en la disminución de la cantidad de conflictos. Es por ello que la invitación a que los estudiantes se reciban con alegría y franca disposición, pues en ellos está la posibilidad de cumplir ese anhelado ideal de la justicia y la terapéutica para enfrentar el flagelo de la corrupción.

Es por ello que el ejercicio de la abogacía tiene como función social la de colaborar con las autoridades en la conservación y perfeccionamiento del orden jurídico de una nación; la realización de una recta y cumplida administración de justicia. Su principal misión es la de defender en justicia los derechos de la sociedad y de los particulares. Por eso es que urge reivindicar en la práctica el concepto de abogado, como una profesión que se debe ejercer de forma permanente y estar asistida de aquella fuerza interior que ha de hacerle superior en su serenidad, ecuanimidad, templanza, decoro, previsión, conocimiento, espíritu de servicio y solidaridad, aspectos que no tienen los robots de la inteligencia artificial con los que pretender sustituir este importante factor humano. Amerita el estudio de la importancia de los intereses en la vida misma buscando alcanzar esa alegría a la que nos invita el recordado himno, para que los hombres vuelvan a ser hermanos, para que canten, sueñen cantando, vivan soñando el nuevo sol, con ello la sostenibilidad de todo lo que nos rodea (la naturaleza misma).

Referencias:

Cien años de soledad.Bogotá: Alfaguara. García Márquez, G. (2007).

Colombia, el país que produce 47.4 abogados cada 24 horas. Por Paola Jaramillo – Equipo Osadía Jurídica. Recuperado de https://www.osadiajuridica.com/post/colombia-el-pa%C3%ADs-que-produce-47-4-abogados-cada-24-horas.

Constitución Política de Colombia de 1991.

Convención Interamericana de Derechos Humanos. (Pacto de San José), adoptada en la ciudad de San José de Costa Rica. 1969.

Decreto 196 de 1971 Por el cual se dicta el estatuto del ejercicio de la abogacía.

Decreto 1078 de 2015 Sector de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones.

El alma de la toga. Angel Ossorio y Gallardo. Colección jurídica, editorial Skala. Bogotá, 2012.

Introducción al derecho. Marco Gerardo Monroy Cabra. Decimoséptima edición. Editorial Temis, obras jurídicas. Bogotá, 2018.

La violencia en Colombia. Tomo I. Germán Guzman, Orlando Fals Borda, Eduardo Umaña Luna. Penguin Random House Grupo Editorial. Bogotá, 2005.

La motivación de la sentencia: aspectos conceptuales. Eudith Milady Baene Angarita. Pág. 183 y ss. Memorias del XLI Congreso Colombiano de Derecho Procesal. Derechos Humanos y Proceso. Año 2020.

Ley 270 de 1996 Estatutaria de la Administración de Justicia.

Memorias del XLI Congreso Colombiano de Derecho Procesal. Derecho Procesal. Nuevas Tendencias. Año 2020.

Memorias del XLIII Congreso Colombiano de Derecho Procesal. Derechos Humanos y Proceso. Año 2022. Revista Cuadernos del Caribe ISSN: 2390-0555 (En línea) | Número 22| Año 2016| Universidad Nacional de Colombia, Sede Caribe| San Andrés Isla, Colombia. La Flora y la Fauna de Macondo: un asunto de interpretación. Diva Marcela Piamba Tulcán


Ángela María Perdomo Carvajal

Estudiante del derecho y miembro del Instituto Colombiano de Derecho Procesal.

2 comentarios en “Devolvámosle el alma a la toga”

  1. Carlos Arturo Bernal Godoy

    Es un gran mensaje de enseñanza, para todos los que estudiamos y ejercemos el derecho. Es un recorderis que como abogados, somos los llamados a preservar el estado de derecho. Los principios, partiendo sin duda de la ética, son los pueden devolver a los ciudadanos, creer en la justicia, y a qué se termine ese estigma que nos rodea. Felicitaciones doctora Angela María Perdomo, por su claridad y aportes

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